Joseíto Mateo fue un cantante que encontró su amor por la música y el merengue “por obra y gracia del Espíritu Santo”, como él mismo dijo hace dos años cuando se le preguntó de sus primeros pasos en la carrera a la que se entregó más de ocho décadas.
Aunque no es un récord certificado por el libro Guinness, se le consideraba el merenguero más viejo que se mantenía vigente hasta los 98 años que corrían sobre su vida, que ayer viernes tuvo su día final para quedar como gloria del merengue. Su historia está llena de anécdotas, unas tras otras, las que él no olvidaba pese a su longevidad.
Su madre fue su primera inspiración en la música. Ella, siendo una cantaora, lo arrastraba hasta sus compromisos diarios, en la mayoría de los casos velatorios, donde cantaba. Por eso, entre risas, dijo en vida que lo suyo vino por obra del Espíritu Santo.
Desde entonces se pasó de un siglo a otro y en el camino ganó títulos como “El Negrito del Batey”, “Merenguero hasta la tambora, “El Diablo Mateo”. y el que más le gustaba (¡y merecido!): “El Rey del Merengue”.

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