El orgasmo tiene una importancia indiscutible en nuestras relaciones de pareja. Es la cima en la montaña del placer y, aunque disfrutar del camino es tan importante como llegar al final, resulta agradable y satisfactorio poder concluir la ascensión y disfrutar de las vistas que la montaña nos ofrece.
No poder alcanzar el orgasmo suele vivirse con gran malestar. En muchas ocasiones esto se experimenta con vergüenza, la persona evita hablar de ello y se niega a pedir ayuda. De esta forma el problema se cronifica sin llegar nunca a alcanzar la solución.
Nunca he tenido un orgasmo
No haber experimentado nunca esa sensación explosiva es una situación mucho más frecuente de lo que se podría pensar. De hecho, alrededor del 10% de las mujeres no ha experimentado un orgasmo en toda su vida y entre un 10% y un 42% presenta problemas para alcanzar el climax. La anorgasmia, como se conoce a la dificultad para llegar al orgasmo, es la disfunción sexual más frecuente en las mujeres.
Esta disfunción sexual se caracteriza porque la persona experimenta un retraso o ausencia del orgasmo o bien sensaciones de placer disminuidas. No se trata de algo puntual, sino prolongado en el tiempo, que causa malestar y angustia en quien lo sufre.
“Se conoce como anorgasmia la ausencia o retraso del orgasmo, tras una fase de excitación normal, durante una actividad sexual que se considera adecuada en cuanto a tipo de estimulación, intensidad y duración”
¿Tengo un problema?
Las diferencias entre una mujer u otra o incluso dentro de una misma persona son siempre considerables. Puede haber días en los que disfrutar es mucho más sencillo mientras que otros, debido a la presión, el estrés u otras causas puede resultar imposible.
También es frecuente que durante las relaciones no se consiga el orgasmo mediante la penetración vaginal. La mayoría de las mujeres necesitan una estimulación manual del clítoris para poder terminar de manera satisfactoria siendo muy pocas aquellas que consiguen tener orgasmos únicamente con estimulación vaginal.
El no tener siempre un orgasmo o no experimentarlo mediante relaciones coitales no es motivo suficiente para diagnosticar anorgasmia. Este término se reserva para dificultades más generales en las que la persona es incapaz de conseguir finalizar pese a una estimulación adecuada.
No llegar a la cima no significa no disfrutar del viaje
Sufrir un trastorno orgásmico no implica que no se pueda disfrutar del sexo. Muchas mujeres que no consiguen llegar al climax disfrutan de sus relaciones sexuales y se sienten satisfechas con las mismas. Disfrutan del momento y el contacto que la propia relación ofrece.
Tendemos a simplificar la sexualidad, a reducir el sexo con la penetración y a medir su éxito en la cantidad e intensidad de orgasmos conseguidos. Lejos de esta idea lo cierto es que la sexualidad es un mundo mucho más amplio donde entran en juego prácticas variadas y características personales.
El orgasmo o la relación sexual es solo una parte de la sexualidad. Sentirse mujer, creer que el hombre no tiene porque el que tome la iniciativa, las preferencias sexuales, nuestros derechos y libertades, una relación afectiva o nuestro propio plan de vida son aspectos que se engloban en lo que conocemos como sexualidad.
Una dificultad, una solución
La mayoría de las causas de la anorgasmia, aproximadamente un 95%, son psicológicas. Una educación muy restrictiva, malas experiencias sexuales, la cultura en la que hemos crecido, el temor a perder el control, una estimulación incorrecta o el estrés pueden influir y agravar el problema.
El hecho de que la mayoría de las veces la dificultad tenga un origen psicológico implica que lo que hacemos y lo que pensamos juega un papel fundamental en como experimentamos el placer. Por tanto, es posible mejorar simplemente cambiando como percibidos o actuamos con el otro o con nosotros mismos en las situaciones que son propias de este placer.
La técnica del apuntalamiento, que consiste en estimular el clítoris manualmente durante el coito o el entrenamiento masturbatorio son técnicas específicas para este tipo de dificultades. En ocasiones, la terapia sexual o la terapia de pareja pueden llegar a ser necesarias para conseguir una mejoría.
Si sufres esta dificultad, has intentado solucionarlo por tus propios medios y no has conseguido progresar recuerda que un psicólogo o sexólogo cualificado puede ayudarte a mejorar en lo que a tus relaciones sexuales se refiere y disfrutar más plenamente de tu sexualidad.