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La Habana, 26 nov (dpa) – Durante décadas, los cubanos estuvieron acostumbrados a enfrentar cualquier situación en materia nacional e internacional bajo el liderazgo del ex presidente Fidel Castro.
Invasiones militares, el mundo al borde de una guerra nuclear o la crisis económica del «Período Especial» provocada tras el derrumbe de la Unión Soviética. Por eso, muchos cubanos se preguntan ahora qué pasará en Cuba tras la muerte del líder de la revolución.
Pocos cubanos olvidan cuando, el 31 de agosto de 2006, el entonces secretario personal de Fidel Castro, Carlos Valenciaga, apareció en la televisión estatal para anunciar que el líder cubano había sido sometido a una operación y delegaba el Gobierno en su hermano menor, Raúl.
Fidel Castro se alejaba del foco público diario, pero se mantenía presente a través de sus artículos de opinión, conocidos como «Reflexiones de Fidel», y las visitas de personalidades internacionales que recibía en su residencia particular.
Los diez años de la presidencia de Raúl Castro se han caracterizado por una serie de reformas consideradas «pragmáticas», aunque sin renuncia al socialismo. Los dirigentes cubanos aseguran que los cambios internos son una «actualización del modelo económico y social» que está en «perfeccionamiento».
Las reformas se encuentran con el freno de la desaceleración económica, que vio cómo este año se redujeron a la mitad las previsiones de crecimiento del Producto Interno Bruto.
La Habana ha calculado que el país necesita 2.500 millones de dólares anuales de inversión extranjera para impulsar el crecimiento de su economía y sustentar su sistema socialista.
En la mira están los cambios económicos, pero sin tocar el sistema político. Ése es el principal objetivo de las autoridades cubanas.
Apremiado por los tiempos, Raúl Castro ha manifestado públicamente su intención de pasar el testigo en febrero de 2018 a una generación más joven, nacida después del triunfo revolucionario de 1959.
Por el momento, el elegido para la sucesión en el Gobierno es el actual vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, de 56 años, quien ha transitado por todos los escalones partidistas y gubernamentales.
Mientras en la esfera externa, el diferendo con Estados Unidos queda como una de las últimas páginas de la Guerra Fría. Tras los históricos anuncios del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, el conflicto pasa ahora a la búsqueda de una solución dialogada.
Pero a pesar del deshielo, el diferendo se mantiene. Cuba continúa con sus reclamos por la devolución de la Base Naval de Guantánamo bajo control de Estados Unidos y la eliminación del embargo que aplica el Gobierno estadounidense desde 1962.

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